Anna de Ucrania

En un pequeño pueblo de Ucrania, viví una vida llena de sol y risas. Me llamo Anna y era solo una chica ordinaria, con sueños tan grandes como el cielo y un corazón lleno de esperanza. Mis días eran sencillos, llenos de escuela, amigos y juegos en los campos cerca de nuestra casa. Mamá a menudo me llamaba para cenar, y su voz era dulce y suave.

Un día, todo cambió. Las noticias hablaban de problemas, de conflictos muy, muy lejanos, pero pronto, esos problemas llegaron a nuestra puerta. No entendía todas las palabras, pero sentí el miedo en los ojos de Mamá y los fuertes abrazos de Papá. Dijeron que teníamos que irnos, ir lejos a un lugar llamado Grecia. No quería dejar mi hogar, mis amigos ni mi pequeña habitación.

El viaje fue largo y aterrador. Viajamos en autobuses, barcos y a veces a pie. Recuerdo las noches frías y los sonidos extraños de lugares desconocidos. Mamá me contaba historias de Grecia, del sol brillante y del mar azul, para mantener mi ánimo. Pero por dentro, tenía miedo y extrañaba mucho mi hogar.

Cuando finalmente llegamos a Grecia, todo era tan diferente. El idioma sonaba como música que no podía entender, y las calles estaban llenas de extraños. Nos quedamos en un lugar con muchos otros como nosotros, todos compartiendo historias de sus propios hogares y viajes. Hice una amiga, María, que me enseñó algunas palabras en griego y compartió sus juguetes conmigo.

Poco a poco, empecé a ver la belleza de este nuevo lugar. El mar era realmente tan azul como había dicho Mamá, y las puestas de sol eran como pinturas en el cielo. Empecé a ir a una nueva escuela y, aunque al principio fue difícil, comencé a disfrutar aprendiendo cosas nuevas y haciendo amigos.

Pero incluso cuando la vida se volvió un poco más fácil, una parte de mí siempre anhelaba Ucrania, las calles familiares y los campos donde jugaba. A veces, por la noche, cerraba los ojos e imaginaba que estaba de vuelta en casa, segura y a salvo.

Ahora sé que el mundo es grande y a veces da miedo, pero también está lleno de corazones bondadosos. Mi viaje de Ucrania a Grecia me ha enseñado sobre valentía, esperanza y el poder de los sueños. Y no importa dónde esté, llevo un pedazo de mi patria en mi corazón, ya que es un recordatorio de quién soy y de dónde vengo.

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